Faltaban unos minutos para la primera sesión con la psicóloga y Laura estaba muy nerviosa, no paraba de dar vueltas para un lado y para otro de la calle y en algún momento estuvo a punto de darse la vuelta e irse de allí, pero un impulso la detuvo de su intención de marcharse; no se había recorrido media ciudad, para ahora salir corriendo. Aunque con un paso un poco tembloroso decidió tocar el portero de la consulta y recorrió el pasillo hasta donde le esperaba Marta Ruiz, su futura psicóloga.
La primera sesión no resultó muy gratificante para Laura. Ella creía que le iba a dar unas pautas desde el primer momento de qué hacer con su vida, de cómo solucionar sus problemas, de cómo enfrentarse al mayor error de su vida, el cual era Javier (que ya era mucho pensar para ella eso, ya que para ella, su mundo estaba lleno de errores y calamidades, unas detrás de otras), pero no, solo se limitó la psicóloga a intentar indagar porque había ido hasta allí, que era lo que quería conseguir con su terapia, y cual era la conducta o el conjunto de comportamientos que quería mejorar. Así que salió de ese despacho blanco y un poco frío para ella, de nuevo nerviosa y confundida por donde se había metido, quizás este primer encuentro con la psicóloga solo hacía confirmar lo que ella siempre había creído sobre ellos, de que servían para poco y que no te solucionaban nada, que era como ir a un “charlatán” de esos que te leen las cartas o un curandero, que no tienen ningún fundamento científico o quizás eran sus nervios y su desesperación por que su vida tuviera rayos de luz donde reflejarse todos los días, los que hablaban en estos momentos.
Se subió al coche y se dirigió a casa de su madre, pero como era de esperar la situación que le esperaba en esa casa no era para tirar cohetes de nuevo.
La pareja de su madre, era más joven que ella, casi tenía la edad de Laura, era solo un poco mayor que ella y hasta ahora la convivencia con él había siendo correcta y formal, pero cuando llegó ese día de la consulta, Marcos se fijó por primera vez en ella o eso creía ella, a lo mejor era la primera vez que se atrevía él a mirarle de esa manera (una radiografía en toda regla, una mirada lasciva que atravesaba todo su ser), porque nunca se habían visto a solas sin su madre cerca. Esto es lo que faltaba para otra complicación en su vida —pensó. A lo mejor, debería volver a ver a Marta, darle otra oportunidad, porque su vida era un caos.