Capítulo 22

Pasado unos días, Laura recogió su ropa y decidió volver a casa, junto a su pareja. Se despidió con lágrimas en los ojos de su amigo Luis, sin saber que iba a ser de ella en los próximos días venideros. Temía como iba a actuar a partir de ahora Javier, pero tenía una esperanza, de que solo hubiera sido una pesadilla que ya había tocado a su fin.

Piso el acelerador y condujo rumbo a su hogar. Hoy parecía que el tráfico era más abundante que nunca o quizás era su miedo el que hablaba. La carretera se congelaba a su paso, todo parecía ir más lento. Los peatones que cruzaban cuando el semáforo en verde estaba listo para ellos, posaban sus miradas en sus penetrantes ojos y creía ver en ellos, miradas de desaprobación ante la actitud que estaba mostrando, volviendo junto a él. Pero en un resquicio de su corazón creía que era la mejor idea que podía tener, debía enfrentarse a la situación y dejar de tener miedo.

Javier sabía que ella volvería de un momento a otro. No se lo pensó dos veces y decidió esperarla escondido detrás de una puerta del dormitorio, agazapado como un león esperando a su presa y con las uñas bien afiladas. Tenía en su disposición el látigo que tantos buenos ratos le había dado en otras ocasiones, pero ahora lo usaría para mostrar quien realmente mandaba en esa casa y no para dar riendas a sus placeres más ocultos. Esta chica, ya se estaba pasando demasiado de la raya y tenía que darle su merecido.

Laura se bajó del coche, con las bolsas de ropa en la mano e intentando mirar hacia al frente y pisar firme en el suelo. Pero seguía sin estar muy convencida de lo que estaba haciendo, el camino a casa había sido angustioso y la llegada a casa, le estaba causando aún más dolores de cabeza. Estaba cada vez más cerca de encontrase con él y su cabeza estaba a punto de explotar.

Giró la llave de la puerta de entrada a casa y comenzó a caminar lentamente por el pasillo, cómo si su pies fueran de plomo y casi no pudiera moverlos, comenzó a mirar hacia cada uno de los lados de la casa. Avanzaba con lentitud y se adentró poco a poco en su dormitorio para soltar las bolsas. Cuando de repente, sintió un golpe fuerte en su espalda y cayó desmallada al suelo frío de la habitación.

Capítulo 21

Mientras tanto, a pocos km de distancia, Javier se encontraba visiblemente alterado ante la ausencia de Laura. «Otra vez me está haciendo lo mismo, la muy perra».  Pensaba. «Debía presentarse allí y volver a comportarse como un energúmeno o debía intentar calmarse, esperarla un poco más y luego hablar seriamente con ella». Se repetía en sus pensamientos. Le estaba fallando demasiadas veces, se comportaba de manera insolente y eso era algo que él, no podía permitir de ninguna de las maneras. De repente, se le ocurrió la mejor manera de tener una pequeña charla con ella… Buscar su gran látigo que le había regalado una “ex” anterior. Pero esta vez no lo pensaba usar para jugar un poquito…

Laura en un principio ni siquiera pasó por casa. Compró varios conjuntos de ropa interior para varios días, varias camisetas, jerséis y  unos pares de pantalones pitillos oscuros y vaqueros que buscó en el centro comercial de moda de la ciudad. No quería que fueran muy bonitos ni demasiados estilosos, solo los suficientes para pasar varios días en casa de Luis e ir al trabajo,  ya que no disponía de ninguna ropa aparte de la que llevaba puesta para poder cambiarse y no quería saber nada de su pareja, hasta que se calmara un poco la situación.

—¿Laura cómo te sientes… ante todo lo que está ocurriendo?  Le preguntó Luis.

—Me siento un poco asustada Luis. Nunca lo había visto tan agresivo. Es verdad, que tiene mucho carácter pero no sé… esto me está superando un poco.  Puede que yo, no lo haya hecho demasiado bien tampoco con él… estoy muy confundida y a la vez tengo miedo…  es que le quiero mucho…

—Laura, lo primero que tienes que saber es que no tienes culpa de nada. Javier es el único culpable, nadie tiene derecho a hablarte así y a pegarte una bofetada mucho menos. Entiendo que le quieras, pero no puedes permitir que te trate así y a no ser que cambie, deberías dejarlo.

—Gracias Luis por escucharme y darme consejos siempre, pero yo creo que va a cambiar, quizás esté un poco más nervioso también por el trabajo, unido a las circunstancias que ya te he comentado… Hasta hace poco era perfecto todo, porque no va a volver a poder serlo… Me quedaré aquí unos días y volveré a casa, seguro que ha recapacitado…

—Bueno, si pasa algo, que espero que no y tengas razón… sabes que sólo tienes que llamarme y te ayudo con lo sea. Te quiero mucho amiga y no quiero que sufras. Si crees que es mejor así, yo te apoyaré siempre, ya lo sabes.

Laura le dio un abrazo fuerte a Luis y mientras tanto, ella intentaba convencerse a sí misma de lo que acababa de decir y quería creer.  Quizás se estaba agarrando a un clavo ardiendo, pero necesitaba tener aún esperanzas.