Mientras tanto, a pocos km de distancia, Javier se encontraba visiblemente alterado ante la ausencia de Laura. «Otra vez me está haciendo lo mismo, la muy perra». Pensaba. «Debía presentarse allí y volver a comportarse como un energúmeno o debía intentar calmarse, esperarla un poco más y luego hablar seriamente con ella». Se repetía en sus pensamientos. Le estaba fallando demasiadas veces, se comportaba de manera insolente y eso era algo que él, no podía permitir de ninguna de las maneras. De repente, se le ocurrió la mejor manera de tener una pequeña charla con ella… Buscar su gran látigo que le había regalado una “ex” anterior. Pero esta vez no lo pensaba usar para jugar un poquito…
Laura en un principio ni siquiera pasó por casa. Compró varios conjuntos de ropa interior para varios días, varias camisetas, jerséis y unos pares de pantalones pitillos oscuros y vaqueros que buscó en el centro comercial de moda de la ciudad. No quería que fueran muy bonitos ni demasiados estilosos, solo los suficientes para pasar varios días en casa de Luis e ir al trabajo, ya que no disponía de ninguna ropa aparte de la que llevaba puesta para poder cambiarse y no quería saber nada de su pareja, hasta que se calmara un poco la situación.
—¿Laura cómo te sientes… ante todo lo que está ocurriendo? Le preguntó Luis.
—Me siento un poco asustada Luis. Nunca lo había visto tan agresivo. Es verdad, que tiene mucho carácter pero no sé… esto me está superando un poco. Puede que yo, no lo haya hecho demasiado bien tampoco con él… estoy muy confundida y a la vez tengo miedo… es que le quiero mucho…
—Laura, lo primero que tienes que saber es que no tienes culpa de nada. Javier es el único culpable, nadie tiene derecho a hablarte así y a pegarte una bofetada mucho menos. Entiendo que le quieras, pero no puedes permitir que te trate así y a no ser que cambie, deberías dejarlo.
—Gracias Luis por escucharme y darme consejos siempre, pero yo creo que va a cambiar, quizás esté un poco más nervioso también por el trabajo, unido a las circunstancias que ya te he comentado… Hasta hace poco era perfecto todo, porque no va a volver a poder serlo… Me quedaré aquí unos días y volveré a casa, seguro que ha recapacitado…
—Bueno, si pasa algo, que espero que no y tengas razón… sabes que sólo tienes que llamarme y te ayudo con lo sea. Te quiero mucho amiga y no quiero que sufras. Si crees que es mejor así, yo te apoyaré siempre, ya lo sabes.
Laura le dio un abrazo fuerte a Luis y mientras tanto, ella intentaba convencerse a sí misma de lo que acababa de decir y quería creer. Quizás se estaba agarrando a un clavo ardiendo, pero necesitaba tener aún esperanzas.