Capítulo 24

Laura comenzó a gritar con todas sus fuerzas, esperando que alguien que pasara por la calle en ese momento, la escuchara y le ayudara a salir de allí. Sin embargo, sabía que nadie le contestaría al otro lado de la calle. Desde que se vino a vivir con él, vio como todo el mundo en ese barrio, miraban solo para ellos mismos y nadie ayudaba a nadie. No perdía la esperanza, no tenía ni idea de cuánto tiempo iba a estar en el sótano encerrada, y con estos acontecimientos solo podía huir de esa casa para siempre, porque aunque había vuelto con él, esperando, creyendo y deseando que cambiara su comportamiento de anteriores días, acababa de descubrir de que Javier era realmente un “psicópata” sin escrúpulos. «Nadie encierra a nadie en un sótano y le amenaza de esa manera, si quiere a una persona, nunca» —pensaba.

Horas más tardes, Laura estaba apenas sin voz, fruto de sus continuos lloros y gritos pidiendo auxilio. Al otro lado de la puerta estaba Javier que no pensaba entrar al menos de momento, ni para darle un vaso de agua. Estaba disfrutando escuchándola como sufría y aunque, la quería mucho, ese era su merecido y no podía dar marcha atrás o quedaría como un pelele ante ella.

Pasadas ya 15 horas desde que entró en ese sótano, a Laura le dolía la cabeza y estaba cada vez con menos fuerzas en ese espacio tan pequeño y sin aire, ya que no disponía ni de ventanas, ni de ningún tipo de ventilación. «¿Pensaba dejarle allí hasta morir? ¿Era tan cruel esa persona, de la cual se enamoró nada más verlo en ese avión? ¿Había estado todo este tiempo engañada?» Las preguntas que rondaban su mente una y otra vez, empezaban a tener menos peso cada vez, porque su cuerpo, debido al cansancio y al horror que estaba sufriendo, se desplomo contra el suelo de esa fría habitación. Había sufrido dos desmayos en menos de 24 horas.

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